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Una cirugía estética para meterse en cintura

¿Recuerdas cuando alguien se apretó la cintura con cordones y varillas hasta que quedó tan diminuta que podías rodearla con las manos? Claro que te acuerdas, puesto que fue hace solo unos meses. Aunque no es que rodeáramos esa cintura con nuestros propios brazos, pero Jeff Bezos sí lo hizo. También hubo un tiempo en que una mujer se aplastó para caber en un trozo de seda de gasa vintage salpicada de lentejuelas. Eso fue en 2022, cuando Kim Kardashian puso a prueba las costuras del vestido con el que Marilyn Monroe cantó “Feliz cumpleaños, presidente”.

La cintura diminuta y torturada ha vuelto como una preocupación corporal, lista para eclipsar a los pechos y traseros voluminosos como zonas de obsesión, manipulación, distorsión y angustia.

Mientras algunas mujeres se meten a lo Scarlett O’Hara en vestidos con corsetería a la medida, los cirujanos plásticos trabajan en métodos más permanentes para crear la cintura de avispa, la cintura de hormiga o lo que el cirujano líder en esta subespecialidad emergente llama la “cintura de Barbie”.

El nuevo enfoque de la cintura se originó en Rusia en 2017, cuando un médico decidió explorar una alternativa a la extirpación de costillas, que era la forma en que algunos cirujanos —aunque no muchos— reducían la cintura en el pasado. El procedimiento es exactamente lo que dice ser: una operación en la que el cirujano extrae total o parcialmente las costillas undécima y duodécima, conocidas como las costillas “flotantes”. Es una operación que conlleva “riesgos considerables” y “efectos perjudiciales significativos en las funciones pulmonar y respiratoria”, escribieron Alfredo Hoyos y sus colegas en un artículo médico titulado “Adelgazamiento estético de la cintura mediante punción y abordaje paralelo para procedimientos de remodelación costal”.

Kazbek Kudzaev, el innovador doctor de Vladikavkaz, Rusia, es aún más duro en su valoración de la extirpación de costillas, pues la califica de “cirugía mutiladora”. En una entrevista con un traductor por WhatsApp, dijo: “La cirugía de extirpación de costillas contradice el principio fundamental de la medicina, ‘primum non nocere’”, primero, no hacer daño. “Es una técnica nociva y peligrosa”.

 

Eso fue lo que lo impulsó a buscar una alternativa. Sus primeros esfuerzos en 2017 consistieron en incisiones cerca de las costillas inferiores de los lados derecho e izquierdo del cuerpo. Manipuló cada costilla con un taladro, doblándola hasta que un lado se rompió en lo que se denomina fractura en tallo verde. Después de eso, indicó a la paciente que se pusiera un corsé durante dos meses, hasta que las costillas se fusionaran en una nueva posición. El resultado fue una reducción de la cintura de nueve centímetros.

Si suena a película de Cronenberg, es porque así es. Y, sin embargo, los médicos que realizan este procedimiento creen que es una solución limpia y sofisticada para un territorio recalcitrante. Pero otros, como Robert Singer, cirujano plástico colegiado de La Jolla, California, y expresidente de la Sociedad de Estética, dicen: “Sus problemas potenciales son mayores que en otras cirugías”. “Digámoslo así”, añadió Singer, “si mi hija o mi esposa quisieran someterse a esta intervención —no es que yo tenga ninguna influencia sobre ellas—, les diría que no lo hicieran”.

La cintura resiste la mayoría de los esfuerzos de reducción, pues mantiene su proporción con respecto a las caderas a pesar del ejercicio, la dieta y la liposucción. Hoyos suele aplicar su experiencia en liposucción de alta definición para manipular la proporción cintura-cadera, una técnica que creó en Bogotá, Colombia, y que combina la eliminación de grasa y el injerto de grasa dentro del músculo para esculpirlo. Eso crea un físico atlético y a veces incluso un abdomen de lavadero, pero no afecta la proporción cintura-cadera. “La limitación siempre era la estructura ósea”, dijo.

Hoyos descubrió la técnica rusa a través de un colega y recordó haber visto un video en el que un médico le practicaba este procedimiento a una mujer que estaba tumbada en la cama, charlando por teléfono. “Sí, es cierto”, dijo Kudzaev. “La paciente no sintió ningún dolor y pudo utilizar el teléfono durante la operación. Estaba bajo anestesia local, y normalmente realizo estas operaciones bajo anestesia local, pero si la paciente lo solicita, puede hacerse bajo anestesia general”.

Hoyos tenía sus dudas: “Todo el mundo decía, hasta yo, que esto parecía un espectáculo de circo. Al principio era reacio. Necesitábamos hacerlo más seguro y reproducible para poder enseñárselo a otros médicos. Pero ahora creo que va a cambiar nuestra forma de pensar el moldeado corporal”.

Desde entonces, médicos de todo el mundo han modificado la técnica para hacerla más segura, rápida, menos dolorosa y más consistente. Hoy en día, según Hoyos, la intervención promedio de remodelación costal cuesta 8000 dólares, dura unos 10 minutos y requiere de ocho a 12 semanas de recuperación con corsé. La reducción promedio de la cintura es de ocho a 12 centímetros.

La modificación más reciente sustituye la incisión por una punción con aguja y emplea una punta ultrasónica que corta las costillas importantes con vibraciones. Es la técnica WASP, sigla en inglés de adelgazamiento estético de la cintura por punción (wasp, además, significa avispa en inglés). Varios cirujanos han creado sus propios acrónimos y apodos. Hoyos prefiere cintura de Barbie porque “es un nombre más amigable para el público”.

Pero la propia Barbie, a la bella edad de 66 años, no sería candidata, aunque no lo necesita. El procedimiento funciona mejor en mujeres de entre 30 y 40 años, porque las costillas de más edad no cicatrizan tan eficazmente. A los atletas y a las personas con músculos abdominales fuertes —incluidos los hombres— tampoco les va bien, porque sus músculos suelen tirar de las costillas para devolverles a la forma original. Para estos pacientes existe la remodelación costal Riboss mediante osteosíntesis, que requiere placas y tornillos para mantener las costillas en su nueva configuración.

Jósmer Zambrano, médica de Caracas, Venezuela, de 45 años y especializada en estética, sometió sus costillas a cirugía en 2023. “Siempre quise tener una cintura más pequeña”, me dijo. Hoyos le hizo el tratamiento Barbie y remodeló sus costillas con vibraciones ultrasónicas. Tras utilizar un corsé durante tres meses, dijo que su cintura se redujo de 76 centímetros a 58.

Jessica Lasher, de 33 años, se dedica a la contabilidad y a la inversión inmobiliaria en Vancouver, Columbia Británica. Empezó su búsqueda investigando en Google “cirugía de costillas” y encontró a Josef Hadeed en Beverly Hills, California, y gastó 9300 dólares —sin incluir una enfermera privada durante las primeras 24 horas y una habitación de hotel durante una semana— para que le fracturaran parcialmente seis costillas inferiores. Cuando pregunté a Lasher si se había sometido a otros procedimientos estéticos, respondió alegremente: “Ah, sí. Me he sometido a muchas. Soy reincidente”. Las enumeró: implantes mamarios dos veces (una bajo el músculo y luego una revisión para pasarlos por encima del músculo “porque quería escote”), implantes faciales, alteración del color de los ojos. Lasher está pensando en hacerse un lifting brasileño de glúteos o quizá un lifting de la cara interna de los muslos con Hadeed. “Quiero parecerme más a Barbie”, dijo. Su cintura mide ahora 59 centímetros.

Los investigadores han analizado el poder de esta atracción. Un estudio examinó a un grupo de hombres heterosexuales mientras miraban fotografías de la misma mujer desnuda con la cintura y los pechos alterados en diversos grados. Los investigadores siguieron la “fijación visual” de los hombres en las imágenes. Los hombres miraban más a menudo y durante más tiempo los pechos, pero calificaban de más atractivas las imágenes con forma de reloj de arena y cintura estrecha, independientemente del tamaño de los pechos de la modelo.

Incluso los médicos del ramo sienten el vaivén de las tendencias en formas y tamaños corporales. Los cirujanos plásticos tienen un nombre para nuestro momento actual, lo llaman “la época Kardashian”, dijo Hoyos: “En las décadas de 2000 y 2010, el estándar de belleza era traseros grandes, pechos grandes”. Los implantes mamarios más populares hoy en día son más pequeños que hace 10 años, y cada vez más mujeres se someten a cirugía de reducción mamaria. El lifting brasileño de glúteos (o BBL), sin embargo, sigue siendo una de las cirugías plásticas de más rápido crecimiento en Estados Unidos.

No todos los expertos están celebrando estos avances. Steven Teitelbaum, cirujano plástico de Santa Mónica, California, quien se especializa en pechos y contorneado corporal, no hace remodelaciones costales. “Creo que los resultados parecen caricaturescos y ridículos”, dijo. “Pero ese es mi gusto. Se critica la cirugía plástica por crear un estándar artificial de belleza”, pero él prefiere la palabra “ideal”, es decir, intentar crear en un paciente lo que la naturaleza crea en otras personas.

Hoyos es un partidario incondicional. Cree que la remodelación costal “cambiará nuestra forma de pensar el contorneado corporal”. “Hay cirujanos que van a decir: ‘Esto es peligroso, será difícil obtener buenos resultados’”, dijo Hoyos, “pero poco a poco estamos demostrando lo contrario”.

Te guste o no, puede que incluso sea un gran avance. “Un cambio de paradigma”.

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