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Ximena Pérez Grobet exhibe compilación de sus libros de artista en la CDMX

Desde los años setenta y ochenta del siglo pasado, la creación de libros-objeto o libros de artista en México, como disciplina, comenzó a sentar sus raíces. Primero desde la marginalidad, luego desde la provocación. ¿Qué es un libro? El artista, teórico y escritor mexicano Ulises Carrión dio una de las más elocuentes definiciones, al reconocer que, contrario a la idea popular, los escritores no escriben libros sino textos. El libro en sí tiene una forma autónoma, que ocupa un espacio y un tiempo, con una estrecha relación orgánica con aquello que lo compone y cualquier tipo de lenguaje que contenga. Entonces, “Un libro es una secuencia de espacios”.

El eco de esta frase de Carrión aún vibra con fuerza entre los creadores contemporáneos de libros de artista, entre ellos, la mexicana Ximena Pérez Grobet, quien la evoca en su nueva exposición Adsum. Libros de artista, que se lleva a cabo en la Galería 526, del Seminario de Cultura Mexicana.

Se trata de una selección, realizada por el mismo seminario, la cual compila 17 libros creados por Grobet, de los varios que ha diseñado a lo largo de 28 años de dedicarse a expandir los formatos y los conceptos del libro como comúnmente lo conocemos.

“Cada libro tiene una técnica y una idea, un concepto y un desarrollo completamente independiente y particular. La idea de esta exposición es hacer una lectura abierta del libro, no sólo como un objeto encuadernado. Yo lo que hago es como un árbol que ramifica en múltiples formatos”, explica la artista sobre el ser y el contenido de esta exposición.

A las piezas las acompañan una serie de videos sobre la confección de algunos de estos libros y la semblanza de Pérez Grobet; así como una reproducción a escala de una instalación suya y fotografías que exponen el contenido de un par de estas creaciones como si se tratase de un cuadro.

ALGUNAS PIEZAS
De entre los libros en exhibición, destaca uno de los primeros que realizó la artista, titulado Diario personal, con el que inició su particular gusto por jugar con la lectura visual y la escritura conceptual. Éste se compone de 12 grabados donde recuperó fragmentos de sus propias memorias, cuya caligrafía, ilegible, compagina con la emoción del momento al que refiere. Esto lo hizo como una propuesta de reconocer la plasticidad de la caligrafía occidental, frente a la gran admiración que nos provoca la caligrafía de Oriente.

De igual forma se exhibe una edición del icónico ensayo de Octavio Paz, El laberinto de la soledad, hecho a partir de otra edición descuadernada y cortada en tiras dispuestas como un rollo que alude al mismo laberinto del que habla el poeta. Es una muestra del trabajo que comúnmente suele hacer Grobet con autores y obras que le son de su interés y con el que busca que la lectura de la literatura pueda ser espacial y no sólo lineal.

También salta a la vista el libro titulado 02-10-1968, que fue creado como homenaje cromático del hecho trágico en Tlatelolco, durante las manifestaciones estudiantiles de 1968, a 50 años de su acontecimiento; pero también al artista conceptual japonés On Kawara, quien fue testigo de los mismos.

DEFINICIÓN DEL LIBRO DE ARTISTA
Al preguntarle a la artista sobre cómo definiría la creación de libro objeto ésta contestó: “Yo creo que más que buscar una definición, como muchas veces se hace, hay que aceptarla como cualquier obra artística abierta a todas las posibilidades creativas que puede dar. Aunque sea difícil, porque el libro ya es un objeto portador de conocimiento, y deslindarlo de esa idea cuesta. Y no porque haya que deslindarlo, sino porque un libro es un nuevo espacio donde las características del propio Espacio toman una dimensión e importancia diferente”.